“la vida es fácil”, repiten una y otra vez como si fuera una verdad universal. Pero cuando te detienes a mirar un poco más allá te das cuenta de que esa frase no es más que una tonta ilusión vendida en frases de motivación y redes sociales. La vida no es fácil y pretender que lo es solo causa que quienes están luchando se sientan más solos, confundidos, más frustrados.
Vivimos en una época en la que se romantiza la idea de que todo se resuelve con “pensar bonito” o “ponerle ganas” como si los problemas de salud mental, la presión social, la falta de oportunidades o los problemas familiares pudieran desvanecerse con una sonrisa.
Dicen esto como si aplicará a todos por igual pero lo cierto es que no saben nada de los días en los que cuesta levantarse de la cama, no saben que es mirar al techo sintiendo que algo no encaja, que algo dentro de ti esta roto aunque no se vea.
Te dicen que todo es mental, que si te organizas, piensas cosas buenas y te esfuerzas más, todo va a mejorar pero la verdad es que eso no siempre funciona, porque a veces no se trata de actitud, ni de ganas. A veces simplemente… duele. Duele estar aquí, duele no saber quien eres, hacia donde vas, o porque te sientes tan vacío cuando en teoría “lo tienes todo”.
No es que uno quiera rendirse, es que hay días en los que se hace imposible seguir, días en los que todo pesa: el cuerpo, la mente, los pensamientos, y lo peor es que nadie lo nota. Así que aprendemos a sonreír para no preocupar, a decir “todo bien” cuando por dentro estamos al borde del colapso.
Entonces te preguntas: ¿será que soy yo el problema?, ¿será que algo en mi está mal?. porque si todos dicen que vivir es fácil, que la juventud es la mejor etapa, que uno tiene que disfrutar… ¿por qué yo me siento tan lejos de eso?, ¿será que estoy fallando en algo?
Tal vez es porque nadie te enseña a habitar el caos, solo te dicen que hay que salir de el rápido, huir, ignorarlo. Pero ¿y si a veces lo único que se necesita es que alguien te escuche sin apurarte a estar bien?
Si, la vida no es fácil, no siempre. hay momentos hermoso, si, pero también hay vacíos profundos, y aprender a vivir no es ignorarlos, es mirarlos de frente, es decir: “esto también soy yo”. Con lo roto, con lo perdido, con lo que me duele y desde ahí construir a mi ritmo, sin presiones, sin compararme, sin intentar encajar en frases vacías que no aplican a mi historia. Porque vivir no es solo existir, es sentir, caer, y volver. Y eso no siempre es fácil, pero si real, y a veces, ser real es más importante que fingir que todo esta bien.
No estoy buscando respuestas fáciles, estoy buscando paz dentro del ruido.